KAIUT YOGA Y LA VIDA

Por: Pablo Jaramillo (3 Marzo, 2023)

En mi día a día, me encanta encontrar similitudes entre mis aprendizajes de vida y lo que la práctica me enseña a través de mi cuerpo. Creo que esto puede ocurrir con muchas prácticas que tengamos y nos puede ayudar a entender lecciones de vida y a evolucionar como seres humanos. Los entendimientos llegan a nosotros cuando estamos listos para escucharlos e incorporarlos, por lo tanto, pertenecen a un proceso que es natural y no se puede acelerar. La paciencia nos enseña que todo llega cuando tiene que llegar, los entendimientos nos toman mucho tiempo, y las lecciones se repetirán hasta que las aprendamos, ¡vaya camino de vida! La humanidad siempre tiene la capacidad de maravillarme y me encanta encontrar esos mensajes sutiles que se esconden detrás de lo obvio, para mí, ahí está la magia. Muchos de mis alumnos han sido mis maestros. En el compartir cotidiano, antes y después de cada clase, sus palabras, junto con las Francisco Kaiut, han cobrado un enorme sentido al juntarse entre ellas y así, ayudarme a entender la sabiduría que hay por detrás de la creación de este método. En este texto compartiré con ustedes algunas lecciones que han llegado a mí por diferentes fuentes, llámense alumnos, maestros, amigos y/o mi propia intuición. 1. Kaiut Yoga te enseña a aceptar el momento en el que estás, sin juicios. Aceptar es el primer paso para progresar. Desde el momento en que lo haces, se libera tensión y el sistema se relaja. 2. Los verdaderos cambios se generan a través de la constancia, de los años, del día a día. La práctica no promueve cambios demasiado rápidos y, a veces, irrespetuosos con el cuerpo, estos nos dan una falsa sensación de avance. El progreso sutil, es el ideal. Aquí el cuerpo ha tenido espacio y tiempo para integrar e incorporar. Un día, todos los cambios se harán más evidentes y, el esfuerzo de continuar, incluso en los momentos más turbulentos, cobrará sentido. Así como en el cuerpo, los cambios en la vida toman tiempo, lo importante es seguir moviéndonos. 3. El proceso que vive cada alumno es único e irrepetible, de nada sirve compararnos. Cada cuerpo se forma con una historia diferente, las reglas pueden ser distintas para todos. Lo que le funciona a uno, puede no funcionar al otro. El cuerpo siempre tiene la palabra final. En la vida cada uno puede construir el camino que más sentido le haga. 4. Cada alumno vive su propio proceso y, en el camino, es importante permitir que eso ocurra. A veces queremos controlar o interferir en el proceso del otro, eso no funciona. Cada uno debe vivir y aprender lo que la vida ha preparado para nosotros. Quietos, observando el proceso del otro, nada más que hacer. 5. Para aprender sobre el método, hay que vivirlo, varias veces. Las palabras son sólo palabras, los testimonios de otros son fuente de inspiración, pero no son suficientes. Para aprender de la vida, hay que vivirla. En el camino encontraremos retos, transitarlos y enfrentarlos nos permitirá trascender y evolucionar, a veces llevándonos distancias que son difíciles de alcanzar. 6. Podemos vivir el método intensamente, pero siempre con gentileza. El respeto y la escucha empiezan por nosotros mismos. Los procesos agresivos y violentos con uno mismo parten del error de no detenernos a escucharnos, la sabiduría más grande siempre estará en nuestro interior. Ser gentiles con nuestro cuerpo y nuestros procesos, hará que ocurra lo mismo hacia fuera con los otros. 7. No le podemos tener miedo a nuestro propio cuerpo. Hemos sido educados para “apagar el dolor”. Cuando el cuerpo nos dice algo, nos tomamos una pastilla para apagarlo. Pero, en realidad, el dolor es una forma del cuerpo para comunicarse. Al inicio de la práctica es importante dar pasos pequeños, mientras nos familiarizamos con el proceso, no es necesario acelerarlo. Si no llevamos a nuestro cuerpo lentamente hacia el descubrimiento de las sensaciones y restricciones del cuerpo, el proceso puede ser muy fuerte para lo que estamos listos para sentir. 8. El método nos pide estar lo más presentes posible. Al estar presentes, no nos desconectamos de las sensaciones del cuerpo y de lo que nuestro cuerpo pide y necesita. 9. El método lo puede practicar TODO el mundo. Obviamente, como en la vida misma, cada uno lo vivirá de acuerdo a su momento de vida, algunos podrán manejar más presión y otros menos. La vida, como las olas del mar, a veces nos encuentran en la parte de arriba y otras en la parte de abajo, pero en todo momento, podemos seguir viviéndola, en la práctica, es igual. 10. Disfrutar el recorrido, es lo más importante. Y así, en aquellos días en donde puedo ver y recordar todos estos aprendizajes, es que agradezco infinitamente poder aprender, vivir y enseñar algo que nos ayuda a cuidar de nuestro templo, mientras aprendemos también a vivir mejor. Y, ustedes, ¿qué aprendizajes se han llevado de la práctica? ¡Cuéntenme! Les mando abrazos y saludos en donde sea que estén. Pablo Jaramillo

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