¿CONOCES EL KAIUT YOGA? ¡UN TIPO DE YOGA PARA TODOS!

Kaiut Yoga Quito Ecuador

Kaiut Yoga se basa en la salud biomecánica, o dicho de otra manera, tu libertad de movimiento. No importa si eres joven, mayor, hombre, mujer, deportista, o no haces ejercicio, Kaiut Yoga es un método ideal para ti. 

Ha sido diseñado para trabajar a través de dolores crónicos, lesiones, rigidez alrededor del cuerpo y funciona para aquellas personas con poca flexibilidad, hiper flexibilidad y para el cuerpo que está en proceso de envejecimiento. No es un deporte, es una práctica que se basa en las posturas del Hatha Yoga y te conecta con la esencia terapéutica de las mismas con el objetivo de limpiar los canales y bloqueos energéticos de nuestros cuerpos.

A diferencia de otros estilos de Yoga que estiran los músculos de maneras extraordinarias, el Kaiut Yoga trabaja desde las articulaciones. De esta manera tiene un impacto dramático en contrarrestar los efectos de la vida moderna, dónde la mayoría de nosotros pasamos sentados todo el día. De igual forma ayuda a prevenir lesiones causadas por patrones constantes de movimiento, como el correr, andar en bici frecuentemente, practicar un tipo de deporte por muchos años, o nuestros patrones de compensación por deportes que practicábamos en el pasado y lesiones que han llegado en el transcurso de nuestros años.


El Kaiut Yoga trata de mantener o devolver al cuerpo una estructura óptima y una correcta funcionalidad. Se busca conseguir libertad de movimiento y flujo de energía a lo largo de nuestro cuerpo. Es sobre mantenernos saludables, móviles y libres de dolor por el mayor tiempo posible. Con mayor de libertad en nuestro cuerpo, llega una mayor libertad en nuestra mente.

Acerca de Francisco Kaiut

Francisco Kaiut - Kaiut Yoga

Francisco es el creador del método Kaiut Yoga. Creó este método por la necesidad de manejar su propio dolor su dolor propio proveniente de un disparo que recibió cuando tenía 5 años.

Francisco es un quiropráctico certificado, maestro de Yoga y ha estudiado terapia sacro craneal, diferentes tipos de masajes además de terapia de polaridad.
Durante los años, ha logrado integrar los principios de estas corrientes relacionadas a salud y bienestar para crear un método holístico de yoga enfocado a ayudar a las personas a encontrar paz en mente, cuerpo y alma.

Francisco vive actualmente en Curitiba Brasil donde abrió su primera escuela de Kaiut Yoga en 2002, que actualmente cuenta con más de 3.000 alumnos semanales. Ahora su método está expandiéndose rápidamente en países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Ecuador, Israel y otros países.

KAIUT YOGA EXPLICADO DESDE LA VOZ DE MILAGROS AGUIRRE, ESCRITORA ECUATORIANA.

Kaiut Yoga Quito Ecuador

Por: Milagros Aguirre (2 de Mayo, 2023)

Por el cumpleaños de mi amiga Franziska habíamos quedado en tomar un vinito en La Aurora, uno de los bares de La Floresta. Llegué tarde porque había asistido a mi primera clase de yoga. Franziska se reía de mí: ¿pudiste desenredarte después de quedar como un pretzel?, me dijo. Yo no entendí la broma pues no tenía idea del yoga. Llegaba feliz de la clase y me preguntaba porqué esperé tanto tiempo. Paulina, compañera de mi trabajo, me había recomendado hace mucho y yo no hacía caso, pero mi espalda gritaba: en la vida he tenido dos crisis de lumbalgia y de inflamación del nervio ciático que me dejaron inmovilizada. La primera a mis 25. La segunda, un poco antes de la pandemia. Esa me sacudió. “Si a los 53 años estoy así, en la vejez estaré inválida”, pensé con verdadero terror. El dolor siempre estaba ahí, mi cuerpo gritando y yo, ignorando sus gritos. Pero esta vez si ya me asusté. Y me asusté más cuando el traumatólogo me habló de cirugía y me mostró un clavo que parecía esos famosos miguelitos que se ponen en los paros para bajar las llantas de los vehículos. “Debo evitar una cirugía”, me dije. Así que algo tengo que hacer para no quedar como esa pobre viejecita, jorobada como un tres, arrastrándome en el piso del dolor.

Al fin me animé. Pablo Jaramillo, el profesor de Kairut Yoga, me explicó el método y me dijo, sin insistirme mucho, que probara y que si no me gustaba no pasaba nada. Ahora no veo la hora de llegar a la clase, tumbarme en el suelo y levantar las piernas contra la pared. Me alivia. De verdad, me relaja.

Sedentaria. Del escritorio a la casa, de la casa al escritorio. Nunca he hecho deporte, salvo en tiempos de pandemia que me reencontré con la bicicleta y que no hay cosa que me haya hecho más feliz en esos días tan difíciles. Todos los días me levantaba con el propósito de hacer unos ejercicios que me recomendaron para mi espalda y los hacía pasando un día, o pasando dos, o una vez a la semana, sin ninguna disciplina. Así que pensé que lo mismo me pasaría con el yoga: nunca he podido descuartizarme ni pararme de cabeza, así que no fui muy optimista a las clases de prueba. Sin embargo, salí contenta de la primera clase. Y fui a la segunda. Luego compré el plan para tres meses. Y lo renové. No he dejado de ir todo el año, dos días a la semana, salvo alguna circunstancia  de fuerza mayor. Y los sábados o domingos me reservo una hora para hacer yoga en casa, con los videos de la nube de 108yoga. Ahí me acompaña el gato, Inti, que seguro lo hace mejor que yo.

En todo el año no he tenido ninguna crisis de lumbalgia. Tuve un problema en el hombro izquierdo que me impedía moverlo y de pronto, el dolor se fue. Le atribuyo al método Kairut. Un día le dije a Pablo que me haría otra radiografía para ver qué pasó con eso que estorbaba la corredera del hombro y que me hacía llorar.

Sedentaria, indisciplinada y además, con problemas de orientación y coordinación… he tenido que hacer enormes esfuerzos por no equivocarme y levantar la pierna derecha cuando Pablo dice “derecha”. En las clases, que son silenciosas, a veces no puedo de la risa: no logro sentarme sobre los talones (virasana), me dan calambres con algunos de los movimientos, no aguanto más de 10 segundos con las piernas levantadas a unos pocos centímetros del suelo pues no tengo fuerza en el abdomen. Pero he aprendido a conocer mi cuerpo, a veces ágil, a veces torpe. Hoy creo que sé escucharlo. He puesto atención a lugares de mi cuerpo que no conocía (aún me cuesta identificar la cabeza del fémur cuando Pablo da esa indicación). Pablo repite siempre que en cada clase se pone una semilla y que con el riego (es decir con el movimiento) el cuerpo se va adaptando a nuevas y maravillosas formas.

He logrado sentir, si muevo los dedos de los pies, como se masajea mi espalda. O a escuchar como cambia mi respiración cuando he flexionado la columna hacia abajo.

Nunca me ha gustado que me digan lo que tengo que hacer… pero a Pablo le sigo —o al menos lo intento—todas las instrucciones y me siento como si fuera una marioneta que se deja llevar por la voz del instructor y guía.

A veces cuando leo o cuando veo la televisión, casi como un acto inconsciente,  me siento con las plantas de los pies juntas y dejando caer a un lado las rodillas o empiezo a flexionar mis pies acercando los dedos y alejando los talones.

Esta noche, en una de las posiciones antes de cerrar la clase, cerrando los ojos y visualizando mi cuerpo y el espacio en el que estaba, me vi como una masa de rosquilla entrando al horno, así, igual de enredada como un pretzel. Al fin entendí la broma de Franziska. Reí. Pablo se dio cuenta y me pidió que escriba. Y eso hago, agradeciéndole a él y al método que aplica y enseña, que hoy me siento mucho más segura y convencida de cuidar mi casa, que es el cuerpo que me acoge y sostiene.

KAIUT YOGA Y LA VIDA

Kaiut Yoga Quito Ecuador

Por: Pablo Jaramillo (3 Marzo, 2023)

En mi día a día, me encanta encontrar similitudes entre mis aprendizajes de vida y lo que la práctica me enseña a través de mi cuerpo. Creo que esto puede ocurrir con muchas prácticas que tengamos y nos puede ayudar a entender lecciones de vida y a evolucionar como seres humanos. Los entendimientos llegan a nosotros cuando estamos listos para escucharlos e incorporarlos, por lo tanto, pertenecen a un proceso que es natural y no se puede acelerar. La paciencia nos enseña que todo llega cuando tiene que llegar, los entendimientos nos toman mucho tiempo, y las lecciones se repetirán hasta que las aprendamos, ¡vaya camino de vida! La humanidad siempre tiene la capacidad de maravillarme y me encanta encontrar esos mensajes sutiles que se esconden detrás de lo obvio, para mí, ahí está la magia. Muchos de mis alumnos han sido mis maestros. En el compartir cotidiano, antes y después de cada clase, sus palabras, junto con las Francisco Kaiut, han cobrado un enorme sentido al juntarse entre ellas y así, ayudarme a entender la sabiduría que hay por detrás de la creación de este método. En este texto compartiré con ustedes algunas lecciones que han llegado a mí por diferentes fuentes, llámense alumnos, maestros, amigos y/o mi propia intuición. 1. Kaiut Yoga te enseña a aceptar el momento en el que estás, sin juicios. Aceptar es el primer paso para progresar. Desde el momento en que lo haces, se libera tensión y el sistema se relaja. 2. Los verdaderos cambios se generan a través de la constancia, de los años, del día a día. La práctica no promueve cambios demasiado rápidos y, a veces, irrespetuosos con el cuerpo, estos nos dan una falsa sensación de avance. El progreso sutil, es el ideal. Aquí el cuerpo ha tenido espacio y tiempo para integrar e incorporar. Un día, todos los cambios se harán más evidentes y, el esfuerzo de continuar, incluso en los momentos más turbulentos, cobrará sentido. Así como en el cuerpo, los cambios en la vida toman tiempo, lo importante es seguir moviéndonos. 3. El proceso que vive cada alumno es único e irrepetible, de nada sirve compararnos. Cada cuerpo se forma con una historia diferente, las reglas pueden ser distintas para todos. Lo que le funciona a uno, puede no funcionar al otro. El cuerpo siempre tiene la palabra final. En la vida cada uno puede construir el camino que más sentido le haga. 4. Cada alumno vive su propio proceso y, en el camino, es importante permitir que eso ocurra. A veces queremos controlar o interferir en el proceso del otro, eso no funciona. Cada uno debe vivir y aprender lo que la vida ha preparado para nosotros. Quietos, observando el proceso del otro, nada más que hacer. 5. Para aprender sobre el método, hay que vivirlo, varias veces. Las palabras son sólo palabras, los testimonios de otros son fuente de inspiración, pero no son suficientes. Para aprender de la vida, hay que vivirla. En el camino encontraremos retos, transitarlos y enfrentarlos nos permitirá trascender y evolucionar, a veces llevándonos distancias que son difíciles de alcanzar. 6. Podemos vivir el método intensamente, pero siempre con gentileza. El respeto y la escucha empiezan por nosotros mismos. Los procesos agresivos y violentos con uno mismo parten del error de no detenernos a escucharnos, la sabiduría más grande siempre estará en nuestro interior. Ser gentiles con nuestro cuerpo y nuestros procesos, hará que ocurra lo mismo hacia fuera con los otros. 7. No le podemos tener miedo a nuestro propio cuerpo. Hemos sido educados para “apagar el dolor”. Cuando el cuerpo nos dice algo, nos tomamos una pastilla para apagarlo. Pero, en realidad, el dolor es una forma del cuerpo para comunicarse. Al inicio de la práctica es importante dar pasos pequeños, mientras nos familiarizamos con el proceso, no es necesario acelerarlo. Si no llevamos a nuestro cuerpo lentamente hacia el descubrimiento de las sensaciones y restricciones del cuerpo, el proceso puede ser muy fuerte para lo que estamos listos para sentir. 8. El método nos pide estar lo más presentes posible. Al estar presentes, no nos desconectamos de las sensaciones del cuerpo y de lo que nuestro cuerpo pide y necesita. 9. El método lo puede practicar TODO el mundo. Obviamente, como en la vida misma, cada uno lo vivirá de acuerdo a su momento de vida, algunos podrán manejar más presión y otros menos. La vida, como las olas del mar, a veces nos encuentran en la parte de arriba y otras en la parte de abajo, pero en todo momento, podemos seguir viviéndola, en la práctica, es igual. 10. Disfrutar el recorrido, es lo más importante. Y así, en aquellos días en donde puedo ver y recordar todos estos aprendizajes, es que agradezco infinitamente poder aprender, vivir y enseñar algo que nos ayuda a cuidar de nuestro templo, mientras aprendemos también a vivir mejor. Y, ustedes, ¿qué aprendizajes se han llevado de la práctica? ¡Cuéntenme! Les mando abrazos y saludos en donde sea que estén. Pablo Jaramillo

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